Encontrarás morsas viviendo en zonas donde hace mucho frío, se encuentran en el Océano Ártico y en las regiones sub árticas, en partes poco profundas del agua, las morsas tienden a alimentarse en el fondo del agua, por lo que necesitan profundidades de no más de 265 metros.
Cuando las morsas están en cautiverio, se hace todo lo posible para tratar de simular el mismo tipo de hábitat natural para ellas, esto puede ser muy caro, sin embargo, esto garantiza que las morsas tengan las mejores posibilidades de supervivencia. Son animales muy inteligentes y se adaptan bien a algunos de los cambios en cautividad. Uno de los principales cambios es que no son capaces de migrar como lo harían normalmente.
También se sabe que pasan la mitad de su tiempo en las capas de hielo, en vez de dentro de las frías aguas. Las temperaturas medias en las que residen son de 5 grados centígrados a 40 grados Fahrenheit. Se sabe que migran distancias muy largas anualmente que pueden ser desde 1.000 millas hasta cerca de 1.800 millas, según los expertos. Esto ha sido verificado con dispositivos de seguimiento sobre algunas de las morsas.
Debido al hecho de que las morsas tienden a permanecer en grandes rebaños, puede dar la impresión de que no poseen un hábitat lo suficientemente grande. Cuando ves imágenes de estos animales en su entorno natural, donde se colocan muy cerca los unos de otros, no se debe a limitaciones de espacio, sino a una elección consciente de este tipo de animal.
Las morsas anhelan la interacción social y el estar tan cerca entre sí se los ofrece. Los investigadores creen que esto también les sirve como un tipo de seguridad ante los depredadores. Tienden a formar grupos y subgrupos extremadamente grandes que pueden tener más de 1.000 individuos en un solo rebaño.
Cuando el hábitat natural de la morsa es amenazado por parásitos y virus, puede dar lugar a un gran número de morsas muriendo. Este tipo de problemas son muy comunes entre las morsas, al están en constante contacto con los demás, no se necesita mucho tiempo antes de que la enfermedad se propague rápidamente dentro de un determinado rebaño.
La mayor amenaza para la morsa y su hábitat natural son los seres humanos. Seguimos ocupando algunas de las áreas donde vive la morsa, incluso con máquinas ruidosas o aviones volando cerca les puede generar estrés y problemas a estos animales. La presencia constante de los mismos puede dar lugar a que críen, no coma o pisoteen a otros en un intento de llegar al agua por seguridad.
La mayor amenaza para el hábitat natural de la morsa se debe al calentamiento global. El proceso parece hacer más difícil para estos animales el encontrar comida. También les quita las capas de hielo en las que son capaces de apoyarse, incluso cuando el hielo está ahí, puede ser demasiado delgado, de manera que, cuando una morsa entra en contacto con este, se rompe.
Temperaturas más cálidas pueden afectar a la capacidad natural de las morsas de migrar como normalmente lo harían, sus cuerpos no se darían cuenta de que es hora de empezar a moverse debido al clima cálido, en vez del frio normal. Esto puede dar lugar a que se queden sin el suministro de alimentos que necesitan para sobrevivir en los meses de invierno, también puede hacerlos más vulnerables a las ballenas y osos polares debido a que sus fuentes de alimentos estarán menos disponibles durante los meses de invierno.